Piero della Francesca
Virgen con Niño (h. 1440).
Análisis Sensorial
Piero della Francesca (Piero di Benedetto dei Franceschi; llamado también Pietro Borghese, su obra representativa es la virgen con Niño, la misma que tiene al niño Jesus en sus brazos. Utilización concuerdo de la luz – sombra, la figura humana en toda su expresión; Actualmente se encuentra en la florentina Colección Contini Bonacossi, atribuida por vez primera a Piero en el año 1942 por Roberto Longhi, que data en los años 1435-1440, cuando Piero aún trabajaba como colaborador de Domenico Veneziano. En la parte posterior de la tabla está pintado un vaso, como ejercicio de perspectiva.
Contexto Sociológico
Pintor Famoso, era muy representativo dentro de los pintores renacentistas; Para el año 1442 Piero estaba de vuelta en Sansepolcro donde fue nombrado uno de los «consiglieri popolari» del consejo comunal. El 11 de enero de 1445 recibió de la Cofradía de la Misericordia local el encargo de un retablo para el altar de su iglesia: el contrato preveía la realización de la obra en tres años y su completa autografía, si bien se dilató a lo largo de los quince años siguientes y parte del mismo se debe a colaboradores de su taller.
El término que mejor define su arte es el de «tranquilidad», lo que no impide que tenga un tratamiento técnico riguroso. Se percibe también la voluntad de construcción de un espacio racional y coherente. Piero se interesó mucho por los problemas del claroscuro y perspectiva, como su contemporáneo Melozzo da Forli. Piero della Francesca y Melozzo da Forlì son los más célebres maestros de la perspectiva del siglo XV, reconocidos como tales por Giorgio Vasari y Luca Pacioli. Destaca por sus conocimientos de perspectiva y composición, en lo que influyeron sus conocimientos matemáticos, fusionando el arte con la ciencia de la matemática, la geometría y la perspectiva. La perspectiva lineal era su característica principal a la hora de pintar, lo que se puede apreciar en todos sus cuadros, que se distinguen básicamente por sus coloridos luminosos y un suave pero firme trazo en las figuras. Sus composiciones son claras, equilibradas, reflejando con precisión matemática las arquitecturas. Sin ceder los efectos de trampantojo, Piero utilizó la perspectiva a fin de planificar las composiciones naturalistas grandiosas.
Análisis Formal
Su pintura se caracterizó por su sereno Humanismo y el uso de las formas geométricas, particularmente en relación con la perspectiva y la luz. Es uno de los principales y fundamentales personajes del Renacimiento, aunque jamás trabajó para los Médicis y pasó poco tiempo en Florencia.
Sus obras están admirablemente equilibradas entre el arte, la geometría y un complejo sistema de lectura a muchos niveles, donde se unen complejas cuestiones teológicas, filosóficas y de actualidad. Consiguió armonizar, tanto en su vida como en sus obras, los valores intelectuales y espirituales de su tiempo, condensando múltiples influencias y mediando entre la tradición y la modernidad, entre la religiosidad y las nuevas afirmaciones del Humanismo, entre la racionalidad y la estética.
Su actividad puede caracterizarse como un proceso que va de la práctica pictórica, a la [matemática]] y a la especulación abstracta. Su producción artística, caracterizada por el extremo rigor de la búsqueda perspectivística, de la plástica monumentalidad de las figuras, del uso en función expresiva de la luz, influyó en el profundo la pintura renacentista de la Italia septentrional y, en particular, la escuela ferraresa y véneta.
La luz atmosférica es otro de sus rasgos destacados, que adquirió de su maestro Domenico Veneziano, y que le servía para simbolizar la perfección de la Creación divina.
Análisis Simbólico
Fue un artista itinerante, que trabajó en diversas localidades del centro y norte de Italia, en una actitud comparable a otros contemporáneos como la de Leon Battista Alberti.
Piero della Francesca es un pintor cuatrocentista, perteneciente a la segunda generación de pintores-humanistas,10 intermedia entre Fra Angélico y Botticelli. Primó, como los otros grandes maestros de su tiempo, la creatividad. Trabajó técnicas nuevas, como el uso del lienzo como soporte pictórico y el óleo. Y también trató temas novedosos no sólo la omnipresente pintura religiosa, como el retrato y la representación de la Naturaleza. Tiene un estilo pictórico muy particular y por lo tanto es fácil de identificar. En su obra confluyen la perspectiva geométrica brunelleschiana, la plasticidad de Masaccio, la luz altísima que aclara las sombras y empapa los colores de Fra Angélico y Domenico Veneziano, así como la descripción precisa y atenta a la realidad de los flamencos. Otras características fundamentales de su expresión poética son la simplificación geométrica, tanto de la composición como de los volúmenes, la inmovilidad ceremonial de los gestos, la atención a la verdad humana.
Análisis Biográfíco
Piero nació en un año no precisado entre el 1406 y el 1420, en Sansepolcro,1 que Vasari llama «Borgo San Sepolcro», región de la Toscana. Fue además de pintor al fresco, fue un matemático. La reconstrucción biográfica de la vida de Piero es una empresa ardua a la que se han dedicado generaciones de estudiosos, confiando en los más débiles indicios, en la escasez general de documentos oficiales fiables que nos han llegado. Su propia obra ha llegado sólo de forma fragmentaria, con numerosas pérdidas de extrema importancia, entre las que destacan los frescos ejecutados para el Palacio Apostólico, sustituidos en el siglo XVI por los frescos de Rafael.
Virgen de Senigallia, 1470-1485.
Obra también de esta época, se advierte su contacto con el arte flamenco. Igualmente de este período es la Sacra Conversación llamada hoy Pala de Brera por conservarse en la Pinacoteca de Brera (Milán. Fue un encargo para la iglesia de San Donato degli Osservanti de Urbino, terminado posiblemente en torno al año 1474. En esta obra majestuosa sitúa a las figuras en un marco arquitectónico armonioso y polícromo que recuerda a las creaciones de Leon Battista Alberti, en particular la iglesia de San Andrés en Mantua. Adopta una forma relativamente nueva en la iconografía cristiana, la de «sagrada conversación». Es muy probable que en la realización del retablo interviniera también el pintor de la corte Pedro Berruguete, a cuyo pincel Roberto Longhi atribuye las manos de Federico.
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